El avance en un barco velero depende del viento, como es evidente, y uno de los vientos más agradables y satisfactorios cuando estamos navegando es el viento de popa. Con un buen viento impulsándonos desde la popa, la parte trasera del barco, nuestro avance será mucho más rápido… esa es la teoría, y muchas veces se cumple, pero, por desgracia, el mar no siempre se encuentra en las condiciones ideales.
Viento demasiado fuerte, oleaje descontrolado, mar alborotado… en todas esas circunstancias corremos el peligro de sufrir lo que en argot marítimo se conoce como una trasluchada. Trasluchar significa cambiar la banda por la que el viento entra en el barco, y en muchas ocasiones es una maniobra voluntaria, por supuesto, pero en situaciones de mala mar puede producirse de forma espontánea.
Cuando cambia el viento, la botavara puede girar de forma descontrolada. La botavara, recordemos, es el mástil horizontal, de menor tamaño, situado en ángulo recto junto al mástil principal de la nave. La botavara sujeta la vela por su parte inferior, y es una pieza móvil que gira de una banda a otra del barco, de babor a estribor, y también sube y baja a lo largo del mástil. El problema viene cuando ese giro horizontal o vertical se produce sin que nosotros podamos controlarlo.
Las consecuencias cuando esto pasa, como podemos imaginar, no serán buenas: velas desgarradas o rotas, mástiles partidos, etc. De hecho, no solo hablamos de posibles daños en nuestro barco, sino que también existe un considerable peligro para nosotros mismos: un giro repentino y descontrolado de la botavara puede fácilmente arrojar a una persona al agua o causar graves lesiones.
Aquí es donde entra la retenida o cabo de freno de botavara, y ya podemos comenzar a hacernos a la idea de por qué su papel es tan importante: este cabo náutico trenzado sirve precisamente para prevenir trasluchadas involuntarias de la botavara. Es decir, la retenida es un cabo de seguridad, que evita que en situaciones de vientos portantes, o durante una maniobra que no concluya con éxito, la botavara gire de forma brusca y ponga en peligro a nuestro barco o, lo que es peor, a nosotros mismos.
Así, gracias al freno de botavara podemos mantener bajo control el movimiento horizontal y vertical de este mástil. Según la tensión que apliquemos en la retenida, mayor o menor será el freno, y más o menos ágil el giro de la botavara. Un buen uso de este fundamental cabo náutico permitirá que la botavara no se bloquee y gire con suavidad de una banda a otra, sea cual sea el viento bajo el que estemos navegando. En definitiva, la botavara quedará totalmente bajo el control del patrón, y no al albur del viento.
No conviene olvidar que las trasluchadas accidentales pueden producirse en cualquier barco, independientemente de la experiencia de la tripulación. No debe pensarse que son solo un problema de marinos novatos que apenas están empezando a navegar. Para navegar con el viento en popa con tranquilidad y sin estar pensando constantemente en la salud de nuestra cabeza, un freno de botavara de buena calidad y en perfectas condiciones resulta sencillamente imprescindible.
Al igual que sucede con todos los demás cabos de nuestro navío, el freno de botavara deberá ser objeto de un buen mantenimiento y revisiones y lavado periódicos. Como todos sabemos, el agua, la sal, el sol y la tensión del trabajo constante deterioran las sogas, por lo que deberemos estar siempre pendientes de su estado, a menos que queramos llevarnos un susto en el peor momento posible.