Las regatas ofrecen una experiencia de navegación completamente diferente, rápida, exigente y, para muchas personas, muy emocionante. Una regata es un tipo de navegación deportiva centrada en la competición entre aficionados particulares, clubes a todos los niveles y equipos de alta competición.


Aunque todos los aficionados a la navegación comparten lo fundamental, que es disfrutar del mar y de las actividades que se realizan en él, no todos enfocan su pasión marinera de la misma forma. Así como los que practican la pesca o la navegación de crucero sueñan con plácidos mares en calma para realizar capturas o descubrir nuevas rutas marítimas, los aficionados a las regatas practican una navegación competitiva en la que disfrutan midiendo sus habilidades y sus barcos con los de otros patrones.


La regata es un tipo de navegación a vela. Los veleros de regata suelen tener dimensiones relativamente reducidas, son estrechos y, por lo general, cuentan con interiores más espartanos que aquellos destinados a la navegación de crucero. Las de regata son embarcaciones diseñadas para la velocidad, la eficiencia y un manejo rápido y ágil.


Las competiciones de regatas normalmente duran varios días y están compuestas por una serie de etapas, que se suelen denominar mangas. El regatista que menos puntos acumula a lo largo de todas las pruebas se alza con la victoria, ya que lo habitual es que el orden de llegada a la meta en cada carrera determine la puntuación: así, el primer barco recibe un punto; el segundo, dos puntos, etc.


Cada regata tiene sus propias normas, por supuesto. Por ejemplo, en algunas carreras, los regatistas compiten a título individual; en otras, por grupos. De la misma forma, hay regatas con un número reducido de pruebas o mangas, mientras que otras duran bastante tiempo.


Una regata supone medir habilidades, conocimientos náuticos y embarcación con otros regatistas, como ya hemos explicado, pero no es el único fin de estos encuentros en el mar. Las regatas son también una oportunidades para conocer a otros patrones, otras tripulaciones, admirar navíos increíbles o presenciar y aprender maniobras de navegación sorprendentes y desconocidas.


Dentro del mundo de la navegación de regata, distinguimos entre regatas costeras y regatas oceánicas.
Las regatas costeras son más breves y, como su propio nombre indica, se celebran relativamente cerca de la línea de costa. Son recorridos de unas pocas horas, a través de un circuito delimitado con boyas o entre puertos cercanos. Estas regatas duran menos tiempo, sí, ¡pero no por ello son más sencillas! Al contrario, en ellas hay que tener en cuenta constantemente la posición de los demás barcos, ya que el espacio es muy pequeño y cualquier maniobra puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.


Para este tipo de regatas, los barcos suelen ser de pequeño tamaño, con el menor número posible de tripulantes. Rápidos, diseñados únicamente para competir, extremadamente ligeros y maniobrables. Gobernarlos es toda una experiencia.


Las regatas oceánicas, por su parte, son enfrentamientos en un contexto más amplio: una carrera a través del mar, sin tierra a la vista, con el objetivo de llegar a un puerto concreto antes que nuestros contrincantes.


Las regatas oceánicas no son tanto una cuestión de velocidad -aunque también tiene importancia, por supuesto- como de destreza marinera, de conocimientos para gobernar nuestro velero de forma eficiente y efectiva. En este tipo de carreras marinas, los patrones y sus tripulaciones tienen la sensación de estar solos frente a sus oponentes y frente a la naturaleza. ¿Podría ser más emocionante?


Como tantas otras pruebas competitivas, las regatas tienen su origen en antiguas prácticas en absoluto relacionadas con el deporte. Las carreras de los pescadores para llegar antes al puerto, las competiciones entre los barcos mercantes para tocar tierra en primer lugar y poder vender sus bienes sin oposición… ese tipo de situaciones históricas son el curioso origen de las modernas regatas.


En las regatas, contar con material de calidad es fundamental: se necesita cabuyería de altísima calidad y resistencia, a nivel de competición, ya que las sogas están sometidas a mucha tensión y el margen de error es mínimo.


Como experiencia náutica, las regatas no tienen parangón. Si bien pueden no ser aptas para todos los públicos, quienes se inician en ellas descubren una forma rápida, excitante y muy emocionante de disfrutar del océano.

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