La cabuyería es parte fundamental de un barco velero: sin la maraña de sogas que envuelve las velas y los mástiles de este tipo de barcos, sencillamente no podrían moverse ni maniobrar de ninguna manera.

Todos los cabos que la tripulación manipula para gobernar un barco velero se denominan jarcia viva o jarcia de labor, y el cabo de lazy bag forma parte de ella.
Todos los cabos de la jarcia de labor tienen una función, en ocasiones una realmente específica (tensado de una vela, evitar oscilaciones, etc.), pero siempre útil o incluso imprescindible para la navegación. El cabo de lazy bag es uno de ellos, y su utilidad se centra en la bolsa de la vela mayor. Concretamente, estos cabos náuticos trenzados sirven para sujetar al mástil la bolsa en la que se guarda esta vela, llamada en inglés lazy bag, o simplemente lazy.

En inglés, lengua por excelencia del mundo de la navegación, lazy significa “vago”. La bolsa de la vela mayor recibe este curioso nombre precisamente porque supone una importante ayuda para marinos vagos o perezosos… o, dicho de forma más sencilla, porque ahorra trabajo, la dura tarea que supone doblar, plegar y amarrar la vela mayor cuando no la estamos utilizando. Es una tarea que no debe subestimarse, ya que en los barcos de cierta envergadura, las velas suelen alcanzar un tamaño, volumen y peso que hace difícil manejarlas y guardarlas de manera sencilla.

Suele existir confusión entre dos conceptos relacionados, pero no iguales: lazy bag y lazy jack. Vamos a ver la diferencia.

La lazy bag es, como hemos dicho, la utilísima bolsa que nos permite guardar la vela mayor cuando no la utilizamos. Lazy jack, es un nombre que hace referencia a los cabos que se extienden desde la botavara hasta el mástil de barco para que los pliegues de la vela mayor no caigan por los extremos de aquella.

Como puede deducirse, la lazy bag supone, en realidad, una extensión del lazy jack, una forma más elaborada del mismo. Mientras que el segundo solo sujeta la vela mayor, la lazy bag añade una bolsa de tela con cremallera que, además de dar una mejor impresión estética, protege la vela del deterioro producido por los rayos ultravioletas del sol -muy dañinos para velas y cabos-, la lluvia, la suciedad y, en general, los elementos.

Tal y como decíamos, los cabos de lazy bag sostienen la bolsa y la mantienen fijada al mástil. Son cabos finos, más bien cordones, relativamente frágiles, por lo que es importante tener en cuenta que pueden romperse en condiciones duras, si sufren mucha presión por parte de los elementos o si cargan con todo el peso de la bolsa y su contenido durante demasiado tiempo.

La tensión de los cabos de lazy bag también debe vigilarse, ya que si es excesiva no quedará demasiado espacio para la subida vertical de la vela mayor. El izado de la mayor será mucho más sencillo si siempre, de forma previa, destensamos parcialmente los cabos de lazy bag.

Todo el sistema de cabos de la lazy bag, así como la propia bolsa, requiere un cuidadoso mantenimiento. De hecho, la bolsa tiende a acumular agua que al final se acaba filtrando sobre la vela y los cabos, lo que puede deteriorarlos considerablemente e incluso generar hongos que los estropeen. Es conveniente desmontarlo todo en caso de que vayamos a pasar una temporada sin navegar, y dejar siempre la botavara ligeramente inclinada para que el agua se escurra y no se embalse dentro de la bolsa donde guardamos la vela mayor.
Además, durante la navegación debemos tener cuidado y asegurarnos de que la parte delantera de la bolsa permanezca pegada a la botavara, para que no se infle con el viento, lo que desgarraría el tejido de la lazy bag y podría romper las sogas.

La bolsa “para perezosos”, y el sistema de cabos de lazy bag que la sujeta y permite que funcione correctamente, es un invento realmente práctico sin el que la vela mayor acabaría desparramada por la cubierta. Requiere muchos cuidados, pero sin duda merecen la pena: aunque se puede vivir y navegar sin ella, aporta una gran comodidad.

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