El cabo de enrolladores es una de las sogas que conforman lo que se conoce, en el mundo de la náutica, como jarcia viva o jarcia de labor. Son términos que se utilizan para abarcar el conjunto de la cabuyería que la tripulación de un velero maneja para gobernarlo: arriar y desplegar las velas, mantenerlas firmes, orientarlas en función de la dirección del viento y mucho más.

Todos los cabos de la jarcia de labor cumplen una función, en ocasiones realmente específica, pero todos ellos, funcionando de forma conjunta, son imprescindibles para que nuestro velero navegue en perfectas condiciones y de manera segura, independientemente de las condiciones del viento y el mar.

El cabo de enrolladores es una de estas sogas con una función muy concreta en el barco, función que es fácil deducir a partir de su nombre: es un cabo náutico trenzado que se extiende desde los enrolladores hasta las velas y que sirve sencillamente para enrollarlas y desenrollarlas.

Los enrolladores son un tipo de equipamiento náutico presente de forma cada vez más habitual en los barcos veleros, hasta el punto de que podríamos decir que prácticamente se han convertido en un estándar. Cualquier patrón podrá decir que contar con un enrollador permite ganar en comodidad: estos aparatos permiten enrollar y desenrollar las velas del barco sin necesidad de abandonar la bañera.

Esto resulta útil tanto al iniciar la travesía como durante el transcurso de la misma. Al llegar al barco, los enrolladores, con sus cabos de enrolladores correspondientes, permiten lanzarse a navegar casi de inmediato, sin necesidad de trabajo adicional. Es decir, es una forma de aprovechar mejor el tiempo de la navegación, que hoy en día suele ser limitado, y pasar más horas en el mar. Además, y para qué negarlo, se evita la pereza.

Y sí, durante la travesía los enrolladores también ayudan mucho a la tripulación. Gracias a ellos es posible adaptar la superficie de las velas y plegarlas y desplegarlas en función de la fuerza con la que sople el viento, todo ello de forma rápida, sencilla y con el menor esfuerzo. Esto puede resultar especialmente interesante en el caso de barcos que naveguen con poca tripulación o con marinos inexpertos.

Un efecto secundario de los enrolladores puede ser que las velas no ofrezcan todo su rendimiento cuando naveguemos con ellas parcialmente enrolladas. Esto puede suceder en muchas ocasiones, cuando no nos interese navegar a todo trapo. A cambio de la comodidad que nos ofrece el enrollador, nos encontraremos con un poco de trabajo adicional, ya que la vela generará algo más de bolsa y el barco tendrá más tendencia a escorarse, es decir, a navegar ligeramente inclinado.

Los cabos de enrolladores, al estar lógicamente ligados a estos aparatos, resultan mucho más apropiados, por la mencionada comodidad, en las embarcaciones de recreo, cruceros y similares, en los que el rendimiento puro no es tan importante como el simple hecho de disfrutar de la travesía y la experiencia de navegación. En los veleros de competición no es tan habitual encontrarse con enrolladores, ya que es un contexto en el que las tripulaciones buscan optimizar el rendimiento del barco al máximo.

Para escoger un cabo de enrolladores deberemos, al igual que sucede con las demás sogas, tener en cuenta una serie de factores. Entre ellos podemos citar la longitud y el grosor (ambos dependerán de cómo sea nuestro velero), además del material y la carga de trabajo. Cada vela tiene también sus propias necesidades, por lo que tendremos que pensar dónde exactamente vamos a utilizar cada cabo.

Y también como todas las sogas, los cabos de enrolladores requieren mantenimiento y supervisión constantes si queremos que mantengan su rendimiento durante toda su vida útil. Estos cabos soportan bastante tensión, y están muy expuestos a los elementos (los rayos del sol, el agua marina, etc.), así que los cuidados que les proporcionemos marcarán la diferencia.

Estos cuidados también dependerán del material que hayamos escogido: poliéster, nailon, polietileno Dyna… son los más habituales, cada uno con sus ventajas y desventajas, y diferentes niveles de resistencia, trabajo, flexibilidad y flotabilidad. Como siempre, la elección deberá realizarse teniendo en cuenta las necesidades de nuestro velero, además de nuestras preferencias personales.

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